(Esta sección es una ventana a la forma en que me organizo y pienso destinada al equipo que me acompaña en un determinado momento, no porque me parezca singular o digno de atención alguna, sino porque resulta a veces más sencillo tirar del hilo hacia la fuente para entender algunas prácticas y decisiones.)
Muchos me habéis oído hablar de esto en los siguientes términos “si yo entro en ese proceso, me lo cargo” refiriéndome a mi implicación directa en tareas tácticas que por una razón u otra quedan huérfanas. Y sin embargo sigo acumulándolas.
Los principios de base van como siempre mucho más lejos. Aunque muchas veces he hablado internamente de “impacto productivo” o “leverage”, este dilema se resume por el momento muy bien con una frase de Craig Miller (mi coach hace algunos años): If a CEO is IN the business, he is not ON the business.
La realidad es que todos tenemos un instinto básico de “remar a una” y “arremangarnos”. Y que ponernos todos a limpiar los cristales de la oficina, codo con codo, tiene un impacto emocional innegable. Pero por aquí pierden la fuerza muchos equipos. Y yo he pecado personalmente mucho en este sentido.
Mi misión en la empresa es definir una visión final, comunicarla lo mejor posible, encontrar a gente que pueda ejecutarla, y dotar a esta gente instrumentos y recursos. En ocasiones me toca sin duda aún hacer el trabajo de campo (¡seguimos siendo muy pocos!), y es fácil dejarse llevar o incluso engancharse a ello (desafíos de rápida consecución, con sus respectivos “premios” emocionales...), pero tiene que ser la excepción y nunca la norma. Y usarse de forma didáctica en la medida de lo posible, de modo que sea transferible y escalable.
En otras palabras, si me véis ejecutando en el plano táctico podéis estar seguros de que la organización no ha alcanzado su punto de mínima madurez. Es inevitable sin embargo hasta que cada función esté eficazmente asignada a quien puede estructurarla y delegarla.

