"Exclusivización" vs. democratización: capacidades vs. impacto productivo
Canal CEO - Mollera abierta
(Esta sección es una ventana a la forma en que me organizo y pienso destinada al equipo que me acompaña en un determinado momento, no porque me parezca singular o digno de atención alguna, sino porque resulta a veces más sencillo tirar del hilo hacia la fuente para entender algunas prácticas y decisiones.)
He hablado ya sobre mis propias prioridades y el estar ON the business, pero toca también hablar de las del resto del equipo a la luz de la misma idea de impacto productivo o “leverage”, que tantísimas veces revisito (vid. Andy Grove, “High Output Management” o Peter Drucker, “The Effective Executive”).
Creo en retrospectiva que la clave viene a estar en entender que:
Ninguna persona es mejor que otra, sencillamente se nos ha dotado de diferentes “superpoderes”. Algunos están realmente ocultos y exigen situaciones extremas para salir a flote, como en los cómics. Un elenco de cualidades/aptitudes más aparentes/vistosas no debería conferir galón alguno
El impacto productivo de cada miembro de un equipo será casi siempre diferente al del resto, determinado es una realidad paralela a esta distribución de aptitudes. Es la posición de cada uno sobre el “campo de fútbol” (y en el banquillo) la que lo determina en cada momento.
Del primer axioma (si se puede elevar a tal) surge una democratización general de las cosas (derechos, información, espacios) y una ausencia general de egos desbocados. Del segundo surge una diferenciación necesaria en virtud del grado existente de impacto productivo. Esta diferenciación justifica decisiones importantes en dedicación de tiempo y asignación de recursos.
Dedicación de tiempo
Obviamente todos podríamos pasar a barrer y fregar las oficinas por las tardes, pero el impacto productivo de una persona en cualquiera de nuestros equipos es (teóricamente) muy superior al dinero que podemos pagar a alguien más especializado en limpiar oficinas y haciéndolo con mucha mayor destreza.
Del mismo modo es altamente ineficiente que quien tiene que liderar un proceso (fijando objetivos, estructurando la formación adecuada, etc.) dedique más tiempo del imprescindible a su ejecución táctica: una hora de su reloj puede formar eficazmente a cinco o diez personas en la articulación de una tarea.
Otra cosa por supuesto muy distinta es que diferentes niveles de ejecución exijan capacidades más o menos avanzadas (el caso en desarrollo de producto), en cuyo caso el impacto productivo viene directamente embebido en la tarea.
Podemos buscar empatía entre nosotros de muchas formas, pero sacrificar “leverage” o impacto productivo en favor de un instinto primario de solidaridad es un tremendo error. En el que yo he incurrido muchísimo, por lo que tengo que recordarme esto a mi mismo constantemente. Cada cual tiene que hacer su trabajo y pedir ayuda con claridad si la necesita.
Asignación de recursos
Esto sucede igualmente con relación a la asignación de herramientas de trabajo o espacios para su desempeño. La obsesión por democratizar ambos lleva en ocasiones a desequilibrar la balanza entre necesidades y recursos individuales. Los recursos asignados no determinan la importancia de nadie.

