Cómo dormir por las noches cuando la locomotora se acerca al barranco
Canal CEO - Mollera abierta
(Esta sección es una ventana a la forma en que me organizo y pienso destinada al equipo que me acompaña en un determinado momento, no porque me parezca singular o digno de atención alguna, sino porque resulta a veces más sencillo tirar del hilo hacia la fuente para entender algunas prácticas y decisiones.)
Esto es algo que (formulado de algún otro modo) me pregunta la gente que observa el riesgo empresarial desde la distancia, referido entiendo a la carga de “estrés” que lleva acostarte cada noche sin saber cuánto más podrá aguantar en sus raíles la montaña rusa que es toda startup.
Suelo dar una respuesta rápida, que es “cojo olas, nado, corro y toco la guitarra”. La realidad es que he pasado la mayor parte de mi vida “escalando sin cuerda”, asumiendo que toda seguridad en el puesto de trabajo es una ilusión óptica, y entendiendo que el único arnés válido es el de la acumulación de experiencias propias.
Como ya he contado a muchos, me han aportado mucho más los trabajos malpagados de la juventud que cualquier carrera o posgrado. Y no fueron pocos: tres años en Telepizza (repartidor + limpiando/cerrando el local los sábados); un año sirviendo desayunos y catering por varios hoteles y restaurantes; otro año de camarero; seis meses de recepcionista de hotel… Esa aportación no es la asunción derrotista de la precariedad laboral, sino todo lo contrario: la confirmación de que nada se salva del ciclo de renovación constante.
Pero por supuesto una cosa es no temer por mi propio futuro (frase que en estos momentos suena obscena, pero tuvo mucho sentido) y otra tomarte a la ligera el de decenas de personas y sus familias. Esas familias son un acreedor a quien por supuesto importa poco que no se haya vendido nada en todo el mes, y ahí donde no hay vasos comunicantes (cero traspaso del riesgo) se acumula una lógica presión que comprendo que acabe con la salud de mucha gente.
Creo que la fórmula está en tener unos pilares básicos de “fortaleza mental”, como estoy seguro de que cada uno tiene los suyos ya porque nadie ha llegado hasta aquí sin superar las batallas inherentes a la vida. Si bien un emprendedor tiene que llevarlos hasta cierto extremo para suplir la imposibilidad de desconectar, o el equilibrio emocional que aporta una rutina familiar más ortodoxa.
En mi caso hace muchos años que me agarro a los dos pilares más previsibles: el deporte y las humanidades. El primero se materializa en la rutina de correr o nadar por las mañanas, y viene a ser la raíz sobre la que construyo la disciplina que muchas otras cosas exigen. El segundo (me imagino que supliendo mi falta de religiosidad) se ha ido concretando a través de los años en una o varias formas de arte, música o literatura. Y no concibo actividad productiva sin la amplitud de miras que aporta este trasfondo de humanidades.

